La hiperreactividad bronquial (HRB) puede definirse como la respuesta obstructiva de las vías respiratorias ante estímulos infecciosos (virus, bacterias), farmacológicos (histamina y metacolina) o inmunológicos (polen, ácaros, hongos), así como medioambientales (aire seco y frio) y físicos (ejercicio), que causan contracción del músculo liso de las vías respiratorias.
Esta hiperreactividad es una de las alteraciones más características en la patogenia del asma bronquial, ya que prácticamente todos los asmáticos sintomáticos la presentan. Sin embargo, al tratarse de una manifestación no específica, también puede observarse en individuos no asmáticos durante las infecciones respiratorias, sobre todo las de origen vírico.
La HRB es, pues, un comportamiento anómalo difícil de diferenciar, en su presentación aguda, de una crisis asmática en ausencia de historia de la misma, ya que la presentación clínica de ambas entidades se dará en forma de broncoespasmo. Aunque constituye un trastorno benigno, la hipersensibilidad bronquial es un factor de riesgo para desarrollar asma, en especial en niños. En ambos trastornos tienen un papel importante la predisposición genética y la susceptibilidad a factores medioambientales de carácter infeccioso o alérgico.
Epidemiología
El resfriado común es la enfermedad más frecuente en todos los grupos de edad, pudiendo darse 3 o 4 episodios al año en el adulto y hasta 8 en el niño. Se transmite de forma directa a través de las secreciones de los individuos infectados. Las bajas temperaturas favorecen la transmisibilidad.
Correlación anatómica y fisiopatológica
Aunque con algunas diferencias histopatológicas, las vías respiratorias altas (nariz, senos paranasales, faringe y laringe) y bajas (bronquios, bronquiolos y alveolos) comparten una misma mucosa respiratoria, «vía respiratoria única». La infección de las vías respiratorias conlleva una cascada inflamatoria que puede dar lugar a HRB en individuos susceptibles.
Las células epiteliales son la diana inicial de los virus respiratorios. Los cambios que se producen en su interior como consecuencia de la replicación de esos virus afectará a su función y estructura. La disrupción del epitelio alterará la permeabilidad de la mucosa, con la consiguiente exposición de ésta a los mediadores proinflamatorios, que podrían contribuir a la contracción del músculo liso bronquial, y la consecuencia sería la broncoconstricción pulmonar y la inflamación de la mucosa nasal.
Implicaciones clínicas
El periodo de incubación del resfriado común es inferior a 1 semana (entre 2 y 5 días). Una vez establecido, su curso suele ser benigno, aunque también puede haber complicaciones, en cuyo caso se requerirá una revisión por parte del pediatra o el médico de cabecera, especialmente si el resfriado se prolonga o ante un empeoramiento del cuadro clínico en forma de afectación del estado general, fiebre de difícil control, inicio de expectoración purulenta, dificultad respiratoria y otras situaciones que planteen el diagnóstico diferencial con otras entidades (tabla 1).
Las principales manifestaciones clínicas del resfriado común son la rinorrea anterior y/o posterior, la congestión nasal alternante, los estornudos y el picor nasal; también puede acompañarse de fiebre o febrícula, mal estado general y cefalea. Los síntomas suelen durar menos de 10 días. El cuadro puede complicarse con patologías específicas como amigdalitis/faringoamigdalitis, sinusitis, otitis y/o conjuntivitis. Debido a la continuidad con las vías respiratorias bajas, éstas pueden verse afectadas en forma de bronquitis, bronquiolitis o asma, manifestándose todas ellas en forma de dificultad respiratoria y broncoespasmo (concepto de «vía respiratoria única»).
El resfriado común como agente etiológico de hiperreactividad bronquial
El resfriado común es una patología autolimitada causada por varios tipos de virus, siendo los involucrados con mayor frecuencia los rinovirus y el virus respiratorio sincitial. Es la enfermedad aguda más habitual en el mundo.
Constituye uno de los desencadenantes más comunes de HRB, en especial en la edad pediátrica. En este sentido, la auscultación de sibilancias en relación con este tipo de infecciones en niños se asocia a un mayor riesgo de padecer asma. Se estima que cerca del 30% de los menores de 3 años que presentan sibilancias durante una infección respiratoria tendrán sibilancias persistentes o asma bronquial después de los 3 años. De hecho, la presencia de sibilancias es considerada un factor de riesgo para el desarrollo de asma a partir de los 6 años (criterio menor del índice predictivo de asma, IPA).
Tratamiento
El tratamiento del resfriado común es fundamentalmente sintomático y va encaminado aliviar la fiebre, el dolor, la tos y la obstrucción nasal. Para este fin pueden emplearse antiinflamatorios no esteroideos, antihistamínicos orales (no sedantes), anticongestivos nasales (pero no más de 4-5 días seguidos) y mucolíticos (tabla 2); también pueden adoptarse medidas higiénico-dietéticas, como una hidratación abundante y la evitación de irritantes (tabaco, humos…), y medidas preventivas básicas de transmisión viral (lavados de manos, entre otras). Los antibióticos no están indicados salvo en caso de complicaciones bacterianas.
Bibliografía
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Perpiñá Tordera M, García Río F, Álvarez Gutiérrez FJ, Cisneros Serrano C, Compte Torrero L, Entrenas Costa LM, et al. Normativa sobre el estudio de la hiperrespuesta bronquial inespecífica en el asma. Arch Bronconeumol. 2013; 49(10): 432-446. DOI: 10.1016/j.arbres.2013.05.001.